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La palabra scoliosis viene de la palabra Griega Skol que significa torcido.

Un médico hace ya más de 15 años me dijo que yo lo estaba, (supongo que iba torciéndome conforme en la escuela decían que mis notas no eran lo suficientemente buenas y que además la situación en casa no era la mas agradable), yo no sabía gestionar muchas de las situaciones que me ponía delante la vida y me fui como decimos en Canarias, CAMBANDO.

Según el médico era algo que había heredado de mi madre y que si no ponía atención en esto pues podría empeorar. Yo no hice mucho caso y continue con mi actividad física, muchas de estas de bastante impacto y poco o ningún cuidado postural. Conforme fueron pasando los años mi madre empeoró y de la scoliosis pasó a una hernia, no quiero decir con esto que en todos los casos el cuerpo haga lo mismo que lo que le ocurrió a mi madre, pero si es cierto que ella no puso atención en lo que le estaba pasando.

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La hernia fue operada y el ver cómo afectaba esto a la vida normal de mi madre despertó un sentimiento en mi que me puso en la búsqueda de alguna prevención y cuidado para mi espalda. Había empezado a notar dolores en la caderas y en la espalda baja así que empece a buscar actividades en las que pudiera estirar mi cuerpo. Estuve un tiempo motivada pero preferí volver a mis entrenamientos de contacto, a correr y estas cosas. Hace unos 6 años el cuerpo empezó a decirme, “omítelo en serio”. La rodilla izquierda empezó a fallar, decidí ir al médico y me mandó unas pastillas antiinflamatorias, (que nunca tomé), unas radiografías y me recomendó, dejar de usar tacones, dejar de correr, dejar de entrenar y que me limitara a hacer una vida mas “suave”.

Ya en esa epoca mi práctica de yoga era de mínimo 1 o 2 horas semanales, sentí que era el momento de agarrarme con fuerza a mi intención y afrontar. Me sentí como un surfero que siente la fuerza de la ola debajo de la tabla y debe decidir en segundos si la surfea o la deja pasar. Me armé de valor y decidí poner toda mi intension en solucionar o mejorar lo que me estaba pasando; por mi personalidad no aceptaba lo de dejar de hacer lo que me gustaba, y menos el bajarme de mis adorados zapatos de tacón.

Convencida de que una intervención sistemática a través de la reeducación postural, fortalecimiento muscular y reconstrucción emocional; podía conseguir solucionar el problema empecé a practicar de 5 a 6 veces a la semana. Las primeras semanas fueron sencillas, eran muy físicas y estaba acostumbrada a la actividad intensa pero con los meses se hizo mas difícil. Todo empezó a complicarse, los dolores se multiplicaron, ya no era solo una rodilla, eran las dos, las caderas parecían que se me iban a partir en dos, mis hombros, muñecas… Me asusté, pero encontré en la meditación y en las técnicas de respiración el consuelo, la tranquilidad y la respuesta que necesitaba.

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Lo que estaba ocurriendo es que estaba sanando muchas cosas al mismo tiempo y por esto sentía que me partía. Durante la meditación trabajaba con mi alma, lloraba escuchando mi propia conversación interna en la que me conocía un poco más, me entendía y me perdonaba a mi misma hablándome desde la compasión. En Savasana observaba de donde venían los dolores físicos y que cosas podía hacer yo para mejorar esta situación, me daba cuenta que el cuerpo se estaba abriendo, y que no se quejaba de dolor, lo que necesitaba era espacio, y era yo la responsable de crearlo. Era como movilizar las bisagras oxidadas de puertas y ventanas de una habitación que necesitas abrir para ventilar.

Habían momentos muy bajos, pero me sentía capaz de soportar ese momento, porque tenía claro que era eso, UN PERIODO y que terminaría pasando.

Y pasó, hace unas semanas tuve que hacerme unos controles médicos y decidí pasar por la consulta de traumatología. Me mandaron hacer unos rayos y los lleve al mismo médico que me había visto años antes. El médico echó un ojo a mi historial y cuando alzó la mirada para verme sonrío felicitándome porque mi espalda a penas tenia la curvatura de tiempo atrás. Me pregunto que había estado haciendo y no pude evitar decirle con una ámplia sonrisa que mi tratamiento había sido a base de, yoga, constancia, mucha felicidad por poder seguir con mis actividades físicas y el hecho de poder seguir usando mis tacones mas altos cuando me apetecía.

Hoy me reafirmo en el pensamiento de que o vas a por lo que quieres o te paras a escuchar el ruido… Siempre vendrá algo que pretenderá frenarte, la intención la marcas tu.

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