No importa a que practica llegas a tu clase de yoga, ni porque vas, lo importante es que vas. Somos todos diferentes y llevamos ritmos e historias distintas. Sin embargo lo que tenemos en común es que todas estas historias no son reales. Están grabadas alrededor de todas las células del cuerpo, pero dentro de las células hay aire, limpito, ligero. Y al llegar al la esterilla, dejamos los zapatos en la estantería con nuestros miedos, preocupaciones, enfados y muchas veces al volver no están (los zapatos si ja ja ja). Siempre me impresiona que el tiempo sobre mi esterilla, que vamos, tiene un tamaño de 1.70 metros por 60 cm puede cambiar mi perspectiva del mundo.
El Budismo dice que esencialmente somos todos bondad. Los momentos de rendición al movimiento y respiración que uno se encuentra, sea por ratitos, o tiempos mas largos, no te deja ver esa bondad: te dejar sentirlo. Pantanjali (Los Sutras) dice que la mejor manera de saber algo es experimentarlo directamente. Por eso practicamos. A veces esa sabiduría consiste en tumbarme y llorar, o a veces moverme rápido y dinámicamente lo que pide el cuerpo o mejor dicho el corazón.
Cuando encuentras esta fuerza, y sabes tu verdadera esencia, tu anterior condicionamiento no te engaña. Hay un frase de un poema de Rumi que dice “…por qué te quedas aquí, si todas las puertas están abiertas”…. Siempre tienes elección en tu perspectiva, en tu mundo.
Hablando con una amiga esta mañana acerca de unirse el corazón y cabeza, que claro entre los dos está la garganta y las palabras para comunicarse, y aunque hay muy poco espacio físico entre el corazón y la boca, hablar desde el corazón es mucho más poderoso y liberador de lo que uno puede imaginarse. Pero el miedo que surge cuando uno empiece hablar desde el corazón acerca de lo que piensa, lo que siente, lo que quiere hace que ese espacio parezca enorme.
La practica me ha transformado, y me transforma constantemente. Hay momentos como revueltos, y luego brotes, y luego lluvia, y todo eso es el proceso. Es delicioso cómo crecían las flores sin tierra (nutritiva y sucia).
Me siento tan agradecida por los momentos en clase en los que hay movimiento, hay respiración sonora, hay gente descansando, otras enfrentando su limites pero con tanta consciencia, compasión y valentía que la canción de Bob Marley “one love one heart” tiene resonancia en todas las células de mi cuerpo.
En las Vedas, dice que una vez uno se entiende un cosa que tiene valor para humanidad tiene que compartirlo, si no, estaría maldecido (un poco extremo).