Cuando se acerca el otoño hay un punto de equilibrio entre luz y oscuridad, los días se acortan y baja un poco la temperatura. El cuerpo empieza a desear quietud y descanso. Es un momento para ver lo que de verdad es importante y fundamental para ti. El momento para limpiar literalmente y metafóricamente.
Ayer entre lagrimas, y cansancio de tres meses y medio de obras en casa, mientras mantenemos la calma amorosa, me encontré arriba mirando hacia mi armario. Todos mis vestidos, los amo, son expresiones creativas de mi propio ser, cada uno diferente. Vintage, de Camden Market. Un traje que hizo mi madre que tiene 35 años (qué apego más grande ja ja ja), otro de Stella McCarthy, antes de que fuera famosa, otro de Prada de los años 50, varios de Cath Kidston para expresar mi lado inglés. Y en ese momento conecté con mis raíces y tuve la capacidad de soltar varios disfrutando la alegría que podrían causar a su nueva dueña.
Dejar espacio donde sea es crear oportunidades de fluir sin atascos. Los árboles son sabios, sueltan las hojas, se desnudan y empiezan renacer, sin prisa desde dentro.
La vida es un regalo precioso, y la invitación a sentirlo todo, la luz y la oscuridad y abrazarlas con la misma fuerza, cariño y amor. De ver los “problemas, miedos, engaños…” como comidas super nutrientes y al masticarlas lenta y conscientemente sentir las oportunidades de crecimiento personal y universal (espiritual).
Mantenerse en los ritmos de la vida, nacimiento, crecimiento y muerte / principio, medio y fin. Vivir cada momento con la misma atención, misma calidad de respiración, misma receptividad. Descansan en esta quietud exquisita, fluida y transformadora. Suelta tu hojas
Feliz otoño